2015(e)ko abenduaren 21(a), astelehena

Marcha COP 21: de Donostia a Baiona

Una vez leí una frase que decía algo así como " que la generaciones venideras nos acusen de no haberlo conseguido, pero nunca de no haberlo intentado" 

Desde Bilbao fuimos a Donostia para ser la masa critica que ayudaría a cruzar la frontera. Como David frente a Goliat, sabíamos de antemano que seríamos los receptores inmediatos de todos los recortes de libertades civiles que el ciudadano de a pie iba a procesar como necesarios y justificables tras los atentados de París. "Es que en Francia hay muchos musulmanes" dice una mujer que participa en la marcha. Tal vez la misma que dice "Aquí la policía es muy maja, nada que ver con la francesa".

Acabamos de pasar Rentería por la carretera estatal que apenas tiene tráfico este domingo por la mañana. Un coche de la Ertzantza nos invita a orillarnos en una estación de servicio. De él sale el que en adelante será poli bueno, joven risueño de semblante agradable, y nos dice que sus colegas franceses no nos van a dejar pasar la frontera. Él no tiene nada en contra nuestra pero, nos lo dice por razones de organización, para que no nos quedemos en tierra de nadie sin alojamiento. Como quien no quiere la cosa nos pregunta que haríamos caso de no poder cruzar y alguien dice "acampar". Una joven de Kalapie llama por teléfono a EITB y les informa de que poli bueno dice que no nos van a dejar cruzar la frontera. Somos noticia, ya tenemos garantizada la cobertura mediática. Uno de los organizadores de la marcha nos hace quitar las consignas que portábamos en la bici vaya a ser que no sean del gusto de la policía y nos tomen por subversivos.

Llegamos escoltadas por poli bueno a la frontera internacional. Nos vienen recuerdos de antaño, cuando aún teníamos que purgar nuestro pasado franquista que no nos dejaba ser europeos y, uno por una, fuimos enseñando el DNI de ese país al que llaman España y al que pertenecen nuestros cuerpos que no nuestras almas. “Si vous place”, y si no vous place también, pienso para mis adentros, con proverbial educación francesa, van cantando nuestros nombres y apellidos a través del walkie y nos hacen pasar la frontera con su sonrisa francesa.

El cámara de EITB dice “hoy han ocurrido dos cosas que no me esperaba: me han dejado grabar y os han dejado pasar”.

Hoy nosotras no somos su enemigo. Saben que tan solo somos David, 50 personas que al ritmo de las mariposas pedimos un cambio de sistema porque éste hace mucho que dejó de gustarnos. Tal vez no nos gusto nunca o al menos no nos gusto desde el momento en que el uso de razón nos hizo auto percibirnos como silenciosos objetos de consumo trabajando para un sistema in consumible.

No somos muchas. No somos poderosas y, sin embargo ... tenemos razón.

Marta Abiega

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